"La misericordia de Dios es lo que hace que se cumpla la verdadera justicia"

“La justicia puede triunfar, sólo si el culpable reconoce el mal hecho y deja de hacerlo, y aquel que era injusto se hace justo, porque es perdonado y ayudado a encontrar el camino del bien. Y aquí está justamente el perdón, la misericordia”, con estas palabras el Papa Francisco explicó la profunda relación que existe entre misericordia y justicia.

Queridos hermanos y hermanas:

La Sagrada Escritura nos presenta a Dios como misericordia infinita, pero también como justicia perfecta. Parecerían dos realidades que se contraponen. Pero no es así, porque la misericordia de Dios es lo que hace que se cumpla la verdadera justicia. La justicia humana solamente limita el mal, no lo vence, no lo hace desaparecer. La justicia divina, en cambio, supera el mal contraponiéndolo al bien.

La justicia humana solamente limita el mal, no lo vence, no lo hace desaparecer. La justicia divina, en cambio, supera el mal contraponiéndolo al bien

El camino privilegiado que la Biblia nos señala para alcanzar una auténtica justicia es aquel en el que la víctima, sin recurrir al tribunal, se dirige directamente al culpable, apelando a su conciencia, para que comprenda que está realizando el mal y pueda convertirse. Sólo así, el culpable, reconociendo su culpa, puede abrirse al perdón que la parte ofendida le ofrece.

Sólo así, el culpable, reconociendo su culpa, puede abrirse al perdón que la parte ofendida le ofrece

Esta es la manera de resolver los problemas y contrastes en la familia, por ejemplo, entre esposos o entre padres e hijos. El ofendido ama al culpable, no quiere perderlo, sino recuperar esa relación desgarrada.

Dios no quiere nuestra condenación sino nuestra felicidad eterna

Dios actúa con nosotros, pecadores, de la misma manera. Nos ofrece continuamente su perdón, nos ayuda a acogerlo y a tomar conciencia de nuestro mal, para poder liberarnos de él y salvarnos, porque no quiere nuestra condenación sino nuestra felicidad eterna.


Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús, rostro misericordioso del Padre, nos conceda, con su fuerza salvadora, acoger el perdón divino y aprender a perdonar a nuestros hermanos. Muchas gracias.


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