Un abrazo para El Progreso

Grupo de estudiantes de secundaria y universitarios, que participan en las actividades del Centro Cultural y Deportivo Monte Verde en Bogotá, determinaron llevar en esta Navidad un detalle a más de 300 niños del barrio El Progreso ubicado en el municipio de Soacha.

La localidad cuatro de Soacha, un municipio al sur de Bogotá, es uno de los sectores más damnificados por la violencia que ha golpeado al país en los últimos 50 años. Llegan allí personas desplazadas, desmovilizadas, reinsertadas, en busca de un futuro más promisorio.

Son grandes trabajadores en oficios sencillos como albañiles, carpinteros, mensajeros, vigilantes, cocineros, vendedores en las calles capitalinas, empacadores o, simplemente, desempleados que rebuscan en el reciclaje una forma de vida.

Viven en casas hechas por ellos mismos con trozos de maderas, láminas de metal, troncos y plásticos, que poco a poco van mejorando con sus escasos recursos.

Un grupo de estudiantes de secundaria y universitarios que participan en las actividades del Centro Cultural y Deportivo Monte Verde determinaron llevar en esta Navidad un detalle a más de 300 niños del barrio El Progreso ubicado en esa localidad. La cita fue programada para el sábado 17 de diciembre.

Unos terminan su secundaria, otros adelantan estudios de Arquitectura, Medicina, Derecho o Ingeniería, pero todos tienen sensibilidad social y están prestos a colaborar con los menos favorecidos.

A las 8 de la mañana, dos docenas de jóvenes se apersonaron de la tarea para el día. Unos atenderían los refrigerios, unos más llevarían los mercados para unas familias especiales, otros hablarían con los vecinos del lugar y otros se encargarían de la lectura de la Novena de Navidad.

Muñecas, carros, rompecabezas, tacitas de té y decenas de regalos venían empacados con especial cariño para ser entregados a los nuevos amigos de El Progreso.

Nos encontramos con otra realidad, vimos cómo viven las personas y sus condiciones, pero fue muy bonito poder estrechar sus manos y que vieran que estábamos con ellos”, manifestó Kevin, un estudiante del programa del Mejor Bachiller de Monte Verde.

Cuando visité la casa de doña Paola y encontré que no tienen muebles, ni muchos enseres en la cocina y que por la noche debe hacer mucho frío, entendí horas después que hay trabajo para hacer por muchos seres humanos”, reaccionó Carlos.

Fue un encuentro de más de tres horas en el cual, se cruzaron opiniones, se escucharon peticiones de todo tipo, pero, sobre todo, dar fue lo más importante.

Uno de los momentos inolvidables fue cuando determinamos que cada uno de nosotros le entregaríamos un regalo con un abrazo a un niño. Sentimos mucha alegría y ellos también nos lo hicieron saber, se rompieron las distancias y encontramos en ellos una gran sabiduría y enseñanzas”, comentó Andrés.

El programa contempló también un momento de reflexión para los asistentes para que pudieran dar gracias a Dios, pedir por la generosidad de tantos amigos que les enviaron sus regalos y porque llevaran en sus corazones un instante de alegría.

Para nosotros es muy importante esta presencia que hacen los chicos de Monte Verde. Nos impacta su alegría, su forma de ser, su desprendimiento y la atención tan especial que tienen con nuestros niños”, comentaba Blanca, una de las madres de familia, beneficiada con esta visita.

Para muchos de los niños este regalo que les dieron los amigos de Monte Verde será el único que tendrán en esta Navidad, pero más que eso, también nos impacta que vengan a compartir con nuestros hijos, un refresco, un paquete de galletas y que les digan que todos podrán tener otro futuro. Eso es invaluable”, manifestó Carolina, otra madre de El Progreso.

En este año, los estudiantes del Centro Cultural y Deportivo Monte Verde han participado también en varias actividades sociales como ayudar a las familias a mejorar sus viviendas y construir una escalera para beneficiar a más de 2 mil personas.

Es seguir el camino de Jesús y las enseñanzas que diera San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, quien prodigó un agotador servicio entre los más pobres de la urbe madrileña.

Si tú deseas alcanzar ese espíritu, te aconsejo que contigo seas parco, y muy generoso con los demás; evita los gastos superfluos por lujo, por veleidad, por vanidad, por comodidad...; no te crees necesidades. En una palabra, aprende con San Pablo a vivir en pobreza y a vivir en abundancia, a tener hartura y a sufrir hambre, a poseer de sobra y a padecer por necesidad: todo lo puedo en Aquel que me conforta. Y como el Apóstol, también así saldremos vencedores de la pelea espiritual, si mantenemos el corazón desasido, libre de ataduras, escribía san Josemaría en su homilía Desprendimiento.

Por Guillermo Romero


Guillermo Romero