En Manizales, catequesis en La Cuchilla

No es cosa fácil organizar una catequesis; pero tampoco es difícil: basta proponérselo, y tener visión sobrenatural.

No es cosa fácil organizar una catequesis; pero tampoco es difícil: basta proponérselo, y tener visión sobrenatural. En el Centro Cultural Palogrande, situado en Manizales, lo tenemos bien experimentado.

Todos los sábados, desde la 1:30 de la tarde, comenzamos la preparación de las clases: unos planean los temas de Primera Comunión y otros los de Confirmación, con ayuda de los correspondientes libros y la asesoría de tutores expertos en la materia.

A las 2 de la tarde salimos para la catequesis en el viejo campero del Centro Cultural, hacia la Cuchilla del Salado. Esta es una vereda habitada por personas de escasos recursos, cercana a la ciudad, donde hemos preparado niños para la Primera Comunión y para la Confirmación durante los últimos años. Su nombre lo toma de la cuchilla de montaña donde está situada; la componen casitas pintorescas, un pequeño cementerio, la iglesia, y muchos, muchos niños.

Ordinariamente el carro va lleno; y como casi siempre hay dos o tres niños que necesitan que los subamos hasta sus casas, por las fuertes pendientes del trayecto o por el mal clima, nunca ha sido un viaje propiamente de placer.

La Parroquia de San Juan Bosco, espaciosa, limpia, destaca entre las edificaciones de la vereda. Al llegar nos espera Manolito, uno de los pequeños, que nos ayuda a despejar el parqueadero colmado de estudiantes y nos indica cómo y dónde parquear el campero.

Hay tres grupos de Primera Comunión y tres de Confirmación; cada uno de nosotros tiene unos nueve a diez estudiantes asignados. Al llegar, todos los muchachos saludan con una entusiasta algarabía a su profesor, que se ve en dificultades para quitárselos de encima sin producir ningún incidente. Igualmente el párroco, padre James, nos recibe cordialmente.

Lo primero que hacemos al entrar a la iglesia es saludar al Santísimo Sacramento; una lección que asimilaron bien nuestros alumnos desde el comienzo. Luego, tomamos lista, tarea que no siempre es fácil. Por fortuna, bastantes alumnos como Víctor –con sus dificultades para caminar - nunca han faltado, a pesar de que algunos viven muy lejos. En general, el interés de los niños por los temas tratados ha sido muy alto: preguntas continuas, toma de apuntes, tareas. Posteriormente jugamos fútbol con todos los niños que quieran; es una actividad muy esperada en la que, como debe ser, los goles anotados por los adultos no cuentan.

Daniel, con sus quince años, es el más joven de los “profes”; aún no ha terminado sus estudios de bachillerato. Frecuentemente nos sorprende por su interés y dedicación. Por ejemplo, algunas veces lleva plastilina para que los niños hagan representaciones del tema correspondiente; otras veces emplea su tiempo libre para preparar dibujos y fotocopias que facilitan las explicaciones. Con el paso de los días se ha puesto en evidencia su compromiso, el grupo de niños le tiene gran afecto.

Varios de los asistentes a la catequesis han aprovechado esta experiencia de profesores para acercarse más a los sacramentos y para conocer más las verdades de la fe, para lo cual están teniendo un plan de lecturas de temas espirituales. Además, cuando llegamos de regreso a la casa, encontramos un estupendo ambiente previo a la meditación que predica el sacerdote del Centro Cultural: se quedan casi todos los profesores.

Las ceremonias de celebración de la Confirmación -que el año anterior ofició el señor Arzobispo de la ciudad- y de la Primera Comunión -a cargo del padre James- fueron muy preparadas y concurridas, y los niños estuvieron muy piadosos. En ambas oportunidades el párroco agradeció mucho el trabajo realizado en su iglesia por los catequistas de Palogrande. Aunque todos nosotros lo hacemos por amor a Dios, somos conscientes de que es apenas el comienzo.

Al terminar las clases tuvimos una reunión muy entusiasta para evaluar lo que se había hecho. Hubo varias sugerencias muy acertadas, que pondremos en práctica este año. También el señor Arzobispo sugirió que iniciáramos otro frente de catequesis: lo estamos estudiando, y ya uno de nuestros profesores consiguió otro sitio muy adecuado.

Sin embargo, lo que más contentos nos tiene es ver el progreso de los alumnos y de los profesores que siguen asistiendo a las actividades de formación espiritual. Conforme avanza la catequesis nos damos cuenta de que no sólo los niños están siendo beneficiados, sino también nosotros, tanto en sentido espiritual y doctrinal como humano.

    Por Arturo Pinzon