Retiros con sabor a empanadas

Una vez al mes, durante dos horas, padres de familia, profesores, arquitectos, ingenieros, pensionados, jóvenes y en general personas de diversas profesiones y oficios, sacan su tiempo para hacer un retiro mensual.

Por Guillermo Romero

Antes de las seis de la tarde de este martes, Carlos, un profesor universitario llega a Balcones, Centro Cultural del Opus Dei al norte de Bogotá, a participar en uno de los medios de formación que imparte el Opus Dei.

Una vez al mes, durante dos horas, padres de familia, profesores, arquitectos, ingenieros, pensionados, jóvenes militares, contadores, economistas y en general personas de diversas profesiones y oficios, sacan su tiempo para alejarse un poco del ruido de la ciudad y los agites laborales para hacer un retiro mensual.

Algunos participantes al retiro en el oratorio

En medio de todas nuestras actividades, a menudo descuidamos lo esencial: la vida espiritual, nuestra relación con Dios. ¡Detengámonos a rezar!
— Papa Francisco (@Pontifex_es)
March 9, 2018

Por lo general comienza a las seis de la tarde con una lectura espiritual, luego viene una charla sobre virtudes humanas, se continúa con una meditación predicada por el sacerdote y llega un descanso donde, algunos de los asistentes, han coordinado para compartir un refrigerio, aunque se ha variado el “mini menú”, el más ganador y que por clamor popular se repite muchas veces, es el de unas estupendas empanadas con ají, que acompañadas con café o un jugo, son la excusa perfecta para un corto “recreo” momento para conversar con los amigos que cada mes crecen en número.

Una pausa para compartir un refrigerio

Carlos habla sobre la formación de los hijos, Hugo conversa sobre sus tiempos de estudiante, Mauricio comenta algo sobre los nuevos inventos tecnológicos. Son unos minutos para intercambiar opiniones.

Luego viene la lectura de un examen con una serie de preguntas que cada uno de los participantes va meditando en su corazón y después viene la bendición con el Santísimo.

Animados con la fuerza del Espíritu Santo, los participantes emprenden camino a sus casas para continuar al día siguiente con la jornada de la vida.

Los retiros espirituales son uno de los medios de formación con más historia dentro del Opus Dei. Miles de personas en el mundo entero han estado presentes en los retiros mensuales o en los retiros anuales en el que se requiere al menos tres días completos para participar.

Días de retiro. Recogimiento para conocer a Dios, para conocerte y así progresar. Un tiempo necesario para descubrir en qué y cómo hay que reformarse: ¿qué he de hacer?, ¿qué debo evitar?, escribió San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei en su libro Surco.

Un retiro es una oportunidad para reflexionar sobre las ocupaciones cotidianas, la vida familiar y las relaciones con Dios y con los demás a la luz de las verdades básicas de la fe católica. Durante el retiro se mantiene una atmósfera silenciosa de oración y recuerdo personal.

Un curso de retiro es una manera eficacísima de acercarse a Dios: una oportunidad estupenda para tratarle con paz y con mayor intensidad. Conocerle y conocerse con la luz que Él da, de modo que ese conocimiento influya en nuestra vida, mejorándola, amando más a Dios y al prójimo. Muchas veces será el inicio de una sincera conversión.

Hay momentos en la vida en que es necesario pararse; épocas en las que hay un nuevo despertar, en las que surgen -con la fuerza de la primera vez-, pasiones e iniciativas, afanes nobles que necesitan un cauce; periodos en que las necesidades espirituales se agudizan, y se mira la vida cara a Dios, y uno se plantea las grandes cuestiones de todos los tiempos: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es nuestro origen? ¿Cuál es nuestro fin? ¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?

Muchas veces vamos por la vida como a galope. Más que ir nosotros, nos traen y nos llevan las cosas, las situaciones, las circunstancias. ¡Siempre con prisas! ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Para quién trabajo de esta manera?... ¡Que se detenga el mundo un par de días! ¡Necesito pensar! Pues bien, en cierto sentido un Curso de retiro hace realidad ese "milagro".

El Papa Francisco ha dicho en repetidas oportunidades que "todos estamos llamados a ser santos, viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día".

¿En qué consiste un curso de retiro?

El curso de retiro es un parón anual de varios días para rezar. En lo espiritual es equivalente a la revisión de los vehículos o a la revisión médica de las personas: se trata de ver en la presencia de Dios cómo va nuestra vida cristiana y de hacer examen para descubrir qué podemos mejorar.

«¿Qué haremos tú y yo en estos días de retiro?, se preguntaba san Josemaría en una ocasión; y respondía: tratar mucho al Señor, buscarle, como Pedro, para mantener una conversación íntima con Él. Fíjate bien que digo conversación: diálogo de dos, cara a cara, sin esconderse en el anonimato. Necesitamos de esa oración personal, de esa intimidad, de ese trato directo con Dios Nuestro Señor». (San Josemaría, Notas de una meditación, 25-II-1963).

Los que se organizan desde centros de la Obra, normalmente tienen lugar durante un fin de semana largo, en alguna casa de retiros y convivencias razonablemente apartada del ruido de las ciudades. Son días en los que es muy recomendable el ayuno de internet, redes sociales y mensajería instantánea.

Todo se organiza en torno a la Eucaristía, pues en el oratorio se celebra la Misa diaria, el Vía crucis, la visita al Santísimo, el examen de conciencia y las meditaciones en las que el sacerdote ayuda a introducirse en las realidades de la vida cristiana que son la columna vertebral de esos días. «La vida cristiana no nos lleva a identificarnos con una idea, sino con una persona: con Jesucristo. Para que la fe ilumine nuestros pasos, además de preguntarnos: ¿quién es Jesucristo para mí?, pensemos: ¿quién soy yo para Jesucristo?». (Fernando Ocáriz Braña. “A la luz del Evangelio”).

El horario se completa con alguna charla, el santo Rosario, lectura espiritual... y quedan tiempos amplios para la reflexión personal o para charlar con quien dirige el curso o con el sacerdote.

¿Nada más? Nada más... y nada menos.

Guillermo Romero